El caso de Stella Maris Ponce es bastante atípico. Gestora cultural (es organizadora de eventos literarios y musicales), excelente poeta y ecléctica cantante dedicada a diversos géneros, como gospel, jazz y blues, también se siente cómoda en los territorios de nuestra música ciudadana. En este trabajo, está acompañada por Ariel Argañaraz, un guitarrista que excede el rol mencionado para “tocar” en cada tema, junto a la cantante. Es notable como en este disco, Stella Maris ha incrementado de manera notable su intensidad expresiva y ha enriquecido los diferentes matices de su voz. Además, como característica diferenciadora, la vocalista acompaña cada uno de los temas con un poema de su cosecha, relacionado con las letras que interpreta. Siempre es riesgoso encarar un repertorio integrado en su totalidad por clásicos inoxidables, pero Stella Maris Ponce se muestra capaz de otorgarle una impronta personal a sus interpretaciones, ya sean estas las de tangos como La luz de un fósforo, Afiches o Desencuentro, un vals como Pedacito de cielo o una milonga como Oro y plata. La vocalista ha conseguido aquí una excelente amalgama entre los temas musicales y los textos poéticos y ha también mostrado una marcada evolución en su estilo interpretativo. Parece que su próximo trabajo va a ser en el terreno del blues. Ojalá sea tan logrado como este. Jorge García
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